No estaría bien que gustándome tanto algunos pájaros no os hablase del gorrión y de su signo, es decir, de El signo del gorrión. No estaría bien. No, no lo estaría.

 

 

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Hace mucho tiempo, cuando yo era una niña-niña, pero con melena igual que ahora, veía en casa de mi tío a algunos de los autores que escribieron en esta única y singular revista. Siempre me parecieron raros por barbudos y melenudos, y cuando me veía corretear, por ejemplo, alguien como Miguel Casado, uno que dice que «la palabra sabe», le preguntaba a mi tío, Javier Martín: “¿Es esta chiquiteja tu sobrina, la que baila tan magnífico?”. A lo que él respondía: “Sí, ésta es; la hija de Mari, mi hermana mayor”.

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