Para un océano verde amarillo que medra a la espalda de un verano

A las bodas de casco histórico y altar me gusta ir siempre de tocado con guantes y abanico. Es mi tradición y es mi etiqueta. Se casaba mi cuñado Ángel con su amada Marieta en Salamanca, tierra de embutido y de toro, en un lugar espléndido, austero castellano pero regio. Una abadía franciscana restaurada y ganada para el ocio con todas sus estancias, jardines y anexos perfectamente diferenciados para uso y disfrute de pudientes.

Seguir leyendo